Amaneció un día precioso, a pesar de estar en mayo el día fue totalmente de verano pero sin el rigor ni la calima característica de esa estación.
Yo, como siempre me pasa, corriendo y solucionando las últimas tareas domésticas para ser puntual. Cuando Luna, Juan y yo llegamos a Oteruelo, Teresa y Ana ya habían llegado.
Fue una gran alegría volver a coincidir de nuevo. Al grupo se incorporaron el inminente papá Jose y los que acababan de estrenar paternidad, Rafa y Cristina. Como siempre acompañados por Juanjo, un guia 10.
En esta ocasión me tocó montar a "Jarco"un precioso potro español de 5 años, tordo rodao. Pese a tener mis temores por aquello de la juventud del caballo y su posible inexperiencia y "miedos" acabé encantado con él.
Como todos los caballos de Juanjo en "Caballos del Valle" ya estaba perfectamente domado. No me dió ni un sólo problema y para colmo resultó comodísimo en el trote y con un galope corto espectacular para poder ir admirando a la vez el paisaje. Hacía mucho que no disfrutaba tanto sobre un caballo.
Todas las rutas posibles por el valle son de una belleza espectacular, pero ésta, si cabe, aún era más vistosa. Se trataba de dirigirnos a través de varias praderas y bosques de robles a la ermita de San Miguel. Esperandonos teníamos al "guardián" del templo, tumbado a la sombra y con una cornamenta digna de cualquier "Vitorino".
Un poco más adelante una manada de caballos en libertad que José, uno de los mayores ganaderos de la zona, tiene pastando en las praderas que todavía conservan un verde intenso, delicia del ganado.
El calor apretaba y aprovechamos los numerosos abrevaderos de la zona para dar agua a nuestras monturas. Con gran envidia veíamos como ellos bebían un agua fresca y limpia que caía de un tubo de agua cristalina que llenaba los pilones.
Los bosques de robles en esta época están impresionantes. Los arboles ya han vuelto a cubrirse de hojas y el suelo conserva toda la riqueza.
Dejamos a la derecha La Morcuera y enfilamos en dirección al embalse de Pinilla.
En el valle también abunda el ganado vacuno. Por desgracia cada vez quedan menos ganaderos. Cuando se jubilan muchas de las explotaciones desaparecen al no continuar los hijos que prefieren emigrar a las ciudades. Así ha pasado con varios conocidos de Juanjo.
A pesar de ello, todavía hoy no hace falta andar mucho para dar de bruces con alguna manada. Una de las que nos encontramos disponía de un enorme semental que posiblemente pasaba de los 600 kilos y que "vigilaba" su harén.
Después de dos maravillosas horas un refrescante paseo por el río Lozoya dejando que nuestros caballos chapotearan y se refrescaran.
De vuelta a las cuadras, primero nos bebimos la mitad de las existencias de cerveza y agua de la tienda del pueblo y después una reparadora comida en el cobertizo de la hípica. Como siempre pasa en las comidas campestres se volvió a cumplir esa regla no escrita pero auténtica de comer mucho más que cualquier otro día normal y es que se hace dificil después de comer lo propio no probar lo de los
demás, sobre todo cuando son viandas tan apetitosas como los mejillones con patatas fritas de Luna, el membrillo con queso de Ana o los hojaldres de Teresa.
El colofón fue un café en uno de los bares del pueblo mientras Juan y Luna nos daban una interesante sesión sobre los beneficios de la terapia bionergética y la piramidoterapia. A la vista de las excelencias de dicha terapia y los beneficios curativos que nos comentaron, creo que todos acabamos con ganas de pedirles cita para una sesión.
Y calendario en mano para buscar día para la próxima ruta, levantamos el campamento y nos volvimos cada uno a nuestro "olivo".
locos por los caballos y +
domingo, 11 de mayo de 2014
lunes, 7 de abril de 2014
Hay vida después de Plannic
Después del cierre de Plannic, en donde teníamos alojado el grupo, hemos tenido que mantenernos en contacto como se ha podido. Por desgracia sólo teníamos el correo electrónico de unos pocos. Algunos han visto las últimas convocatorias en Facebook,(https://www.facebook.com/locosporloscaballos.ymas), otros por el teléfono y san whatsapp pero muchos se han quedado desconectados.
Ahora hemos creado un grupo, también en FB (https://www.facebook.com/groups/582386111857901/members/) al que os invitamos a uniros.
Esperamos poco a poco ir entrando en contacto con todos y a la vez seguir creciendo y disfrutando de rutas como la del pasado sábado por el Valle alto del Lozoya en la Sierra de Guadarrama.
Era la tercera visita a los amigos de Caballos del Valle y las expectativas se cumplieron con creces.
Con la primavera, sus lluvias y su sol comenzando a insuflar nueva vida, el Valle del Lozoya estaba precioso. Agua por todos lados, el río hasta arriba, nieve en las cumbres y los primeros brotes apareciendo en fresnos, álamos, robles y el resto de la abundante vegetación.
Para ir abriendo boca Marta nos empujó a una galopada a lo largo de lo que parecía un estrecho río pero que en realidad es un camino anegado por los abundantes manantiales que brotan por todos lados y al que las tapias de las fincas colindantes convertían en un canal.
Al poco, los novatos del grupo tuvieron la primera "gran aventura", así al menos solemos describir todos la primera vez que se cruza un río a caballo, y en este caso, cruzar el Lozoya, varias veces, por distintos puntos y con el agua con esa fuerza, es para recordar.
Después de atravesar varias prados comunales, subir por caminos que sólo Juanjo conoce y abrir y cerrar varias cercas (hay que ser cuidadosos y evitar que los animales escapen de sus fincas) bajamos hacia el embalse de Pinilla. En una de las praderas de alrededor aprovechamos para hacernos la foto de "familia" observados por un nutrido grupo de buitres que sobrevolaba muy cerca de nuestra vertical sin duda oteando alguna pieza cercana.
A la vuelta del embalse pasamos por las praderas por las que pastan en completa libertad varios grupos de caballos a los que no debió hacer ninguna gracia nuestra intromisión en sus tierras. El lider de la manada con un trote amenazador y cara de pocos amigos se dirigió hacia nosotros pero Juanjo, con decisión y una buena rama en la mano le debió convencer de que no teníamos ninguna intención de perturbar por mucho tiempo su tranquilidad porque enseguida se dio la vuelta.
Después de subir por varios caminos serpenteantes, jalonados de robles de poco porte, llegamos a la pradera en la que se asienta la ermita de Santa Ana. Iniciamos la bajada de nuevo hacia el río, atravesamos varios prados y varias veces tuvimos que pasar junto a impresionantes ejemplares del numeroso ganado vacuno que pasta por toda la zona. Aprovechamos algunos de sus abrevaderos para dejar que bebieran nuestras monturas.
Para entonces Sergio, Alejandra y Natalie no salían de su asombro ante el completo día que estaban teniendo, seguro que no hacen otra ruta con tantas actividades en mucho tiempo.
Esta vez hubo que andar poco para encontrar un merendero digno de la excelente ruta que acabábamos de realizar. Dimos cuenta de unos buenos bocadillos comidos con más hambre que vergüenza acompañados de las ricas y ya tradicionales patatas de Teresa y del idílico rumor musical del Lozoya del que estábamos a escasos metros ... y a preparar la próxima.
Ahora hemos creado un grupo, también en FB (https://www.facebook.com/groups/582386111857901/members/) al que os invitamos a uniros.
Esperamos poco a poco ir entrando en contacto con todos y a la vez seguir creciendo y disfrutando de rutas como la del pasado sábado por el Valle alto del Lozoya en la Sierra de Guadarrama.
Era la tercera visita a los amigos de Caballos del Valle y las expectativas se cumplieron con creces.
Con la primavera, sus lluvias y su sol comenzando a insuflar nueva vida, el Valle del Lozoya estaba precioso. Agua por todos lados, el río hasta arriba, nieve en las cumbres y los primeros brotes apareciendo en fresnos, álamos, robles y el resto de la abundante vegetación.
Para ir abriendo boca Marta nos empujó a una galopada a lo largo de lo que parecía un estrecho río pero que en realidad es un camino anegado por los abundantes manantiales que brotan por todos lados y al que las tapias de las fincas colindantes convertían en un canal.
Al poco, los novatos del grupo tuvieron la primera "gran aventura", así al menos solemos describir todos la primera vez que se cruza un río a caballo, y en este caso, cruzar el Lozoya, varias veces, por distintos puntos y con el agua con esa fuerza, es para recordar.
Después de atravesar varias prados comunales, subir por caminos que sólo Juanjo conoce y abrir y cerrar varias cercas (hay que ser cuidadosos y evitar que los animales escapen de sus fincas) bajamos hacia el embalse de Pinilla. En una de las praderas de alrededor aprovechamos para hacernos la foto de "familia" observados por un nutrido grupo de buitres que sobrevolaba muy cerca de nuestra vertical sin duda oteando alguna pieza cercana.
A la vuelta del embalse pasamos por las praderas por las que pastan en completa libertad varios grupos de caballos a los que no debió hacer ninguna gracia nuestra intromisión en sus tierras. El lider de la manada con un trote amenazador y cara de pocos amigos se dirigió hacia nosotros pero Juanjo, con decisión y una buena rama en la mano le debió convencer de que no teníamos ninguna intención de perturbar por mucho tiempo su tranquilidad porque enseguida se dio la vuelta.
Después de subir por varios caminos serpenteantes, jalonados de robles de poco porte, llegamos a la pradera en la que se asienta la ermita de Santa Ana. Iniciamos la bajada de nuevo hacia el río, atravesamos varios prados y varias veces tuvimos que pasar junto a impresionantes ejemplares del numeroso ganado vacuno que pasta por toda la zona. Aprovechamos algunos de sus abrevaderos para dejar que bebieran nuestras monturas.
Para entonces Sergio, Alejandra y Natalie no salían de su asombro ante el completo día que estaban teniendo, seguro que no hacen otra ruta con tantas actividades en mucho tiempo.
Esta vez hubo que andar poco para encontrar un merendero digno de la excelente ruta que acabábamos de realizar. Dimos cuenta de unos buenos bocadillos comidos con más hambre que vergüenza acompañados de las ricas y ya tradicionales patatas de Teresa y del idílico rumor musical del Lozoya del que estábamos a escasos metros ... y a preparar la próxima.
miércoles, 12 de marzo de 2014
Por los Montes de El Pardo
Primer fin de semana de sol en Madrid después de varias semanas de intensas lluvias y nos lanzamos al campo como "poseidos". Y el resultado no pudo ser mejor.
En primer lugar hay que decir que montar a caballo a 8 kms de la Puerta del Sol es un auténtico lujo, nada caro por cierto.
Si le añadimos el magnífico mar de encinas por el que cabalgamos, el espléndido sol que nos acompañaba y que los caballos resultaron ser unos preciosos y nobles arabes, entendereis que todos los mimbres estaban preparados para una magnífica obra.
La gente de Rancho Montecarmelo resultó de lo más amable y sus caballos ideales para realizar una agradable ruta. La mayoría con bastante sangre árabe, ágiles, nobles, rápidos cuando se les pedía y resistentes.
Y de El Pardo ¿qué voy a decir?. Lugar de recuerdos imborrables de la niñez cuando la familia acudía numerosos domingos a comer bajo sus encinas, unas veces, o en sus pinares, otras; y a ver los numerosos venados, jabalies y demás fauna abundante.
El Monte de El Pardo está formado por lomas pequeñas y onduladas, que bajan en suave pendiente hacia el valle del Manzanares, que lo atraviesa de norte a sur.
Se trata de un bosque mediterráneo continentalizado, integrado por encinares que dejan paso a alcornoques, fresnos, chopos, quejigos, enebros y jaras.
En primer lugar hay que decir que montar a caballo a 8 kms de la Puerta del Sol es un auténtico lujo, nada caro por cierto.
Si le añadimos el magnífico mar de encinas por el que cabalgamos, el espléndido sol que nos acompañaba y que los caballos resultaron ser unos preciosos y nobles arabes, entendereis que todos los mimbres estaban preparados para una magnífica obra.
La gente de Rancho Montecarmelo resultó de lo más amable y sus caballos ideales para realizar una agradable ruta. La mayoría con bastante sangre árabe, ágiles, nobles, rápidos cuando se les pedía y resistentes.
Y de El Pardo ¿qué voy a decir?. Lugar de recuerdos imborrables de la niñez cuando la familia acudía numerosos domingos a comer bajo sus encinas, unas veces, o en sus pinares, otras; y a ver los numerosos venados, jabalies y demás fauna abundante.
El Monte de El Pardo está formado por lomas pequeñas y onduladas, que bajan en suave pendiente hacia el valle del Manzanares, que lo atraviesa de norte a sur.
Se trata de un bosque mediterráneo continentalizado, integrado por encinares que dejan paso a alcornoques, fresnos, chopos, quejigos, enebros y jaras.
Dada su
condición histórica como coto de caza, las especies cinegéticas son
abundantes, tanto las de caza menor (conejo, perdiz roja, paloma
torcaz...) como mayor (ciervo, gamo, jabalí...).
El Rancho se encuentra a escasos metros de la tapia que circunda El Monte, la atravesamos por una zona en la que está derruida y al poco pasamos junto a la Quinta del Duque, residencia de importantes miembros de la nobleza del XVII y XVIII con unos jardines diseñados al estilo de los de la Granja de San Ildefenso.
Valy, nuestro amable guia, se esforzaba en contarnos anécdotas de su relación con los caballos y de su estancia en España.
En justa compensación, por nuestra parte le contamos algo de historia de España aprovechando las cercanías al palacio, residencia del, tantos años, dictador.
Las mellizas Marta y Adriana disfrutaron del paseo y nada más llegar hablaron con los responsables del Rancho para comenzar en breve a dar clase con ellos.
Las mellizas Marta y Adriana disfrutaron del paseo y nada más llegar hablaron con los responsables del Rancho para comenzar en breve a dar clase con ellos.
Teresa, por su parte, se habría quedado montando todo el día si la hubieran dejado, como no era posible se contentó haciendo planes para cuando le toque la lotería.
Después de la ruta, aprovechando la buena temperatura, buscamos un sitio para comer bajo unos pinos y terminamos en la terraza de un merendero tomando un café con hielo que nos supo a gloria y nos permitió ver el calendario y planear la próxima ruta .... probablemente el próximo día 5 de abril por el valle del Lozoya.
Después de la ruta, aprovechando la buena temperatura, buscamos un sitio para comer bajo unos pinos y terminamos en la terraza de un merendero tomando un café con hielo que nos supo a gloria y nos permitió ver el calendario y planear la próxima ruta .... probablemente el próximo día 5 de abril por el valle del Lozoya.
domingo, 1 de diciembre de 2013
"Ruta Cultural" por La Cabrera
Todo el mundo conoce la enorme mole granítica que de formas rocambolescas, escarpadas y de paredes casi verticales se hiergue majestuosa casi abrazando al municipio al que da nombre.
Hoy, gracias a Pepe, el propietario de la Hípica Cabalcampo, también hemos conocido otras "Cabreras" y lo que él llamó "la ruta cultural".
Tanto y bien habíamos hablado de las rutas anteriores con Cabalcampo que cuando comenté distintas opciones para la de hoy, Teresa no lo dudó, "el sitio de La Cabrera al que ya habeis ido varias veces y que tanto os gusta". Pues "pallá" que vamos, nosotros y todos los vientos de la caja de Pandora y de todas las cajas del universo.
Tapados hasta las orejas, con braga al cuello y más capas que una cebolla iniciamos la ruta.
Como Pepe sabía la zona por la que andaba un grupo de cazadores y no quería que hicieramos de blanco, cosa que le agradecemos, decidió ir por la que denominó "ruta cultural".
La primera parada fue la Casa Museo de su amigo el escultor uruguayo Luis Berruti quien en busca de un elemento que consideraba imprescindible para su trabajo, la luz, se instaló en ese extraordinario paraje allá por el año 1994.
El jardín, que es por donde deambulamos, caballos incluidos, es un museo-taller abierto, al aire libre. En él numerosas esculturas, pinturas y cerámicas se suceden y se mezclan en el fantástico entorno natural que rodea al taller. Las esculturas son sus obras más sobresalientes. Son piezas robustas, de proporciones descomunales y gran volumen, hechas con materiales reciclados, de hierro combinado con cristales y cemento, y muy duros y resistentes, para que perduren en espacios abiertos
Desde allí iniciamos la subida al convento de San Antonio. Si minutos antes las figuras en hierro de Berruti parecían cobrar vida propia, ahora, las enormes piedras de la montaña granítica que jalonaban la subida parecían representar formas grotescas, también animadas. Algunas en unos escorzos imposibles parecían estar a punto de rodar ladera abajo hacia nosotros.
El convento, de estilo Románico, dicen los especialistas que probablemente se comenzó a construir en el siglo XI o en la primera mitad del XII.
Está realizado en mampostería de granito como no podía ser de otra forma estando situado en La Cabrera. Su elemento arquitectónico más importante es la iglesia que a pesar de sus reducidas dimensiones, nos dijeron que presenta una estructura de cierta complejidad, con cinco ábsides, tres naves y crucero, y como no pudimos verla por dentro ya tenemos excusa para volver.
Despues de las fotos al pie del convento comenzamos la bajada. Buena parte de ella entre enebros, encinas y robles, sobre todo del tipo "melojo", muy abundantes en esta zona por soportar bien tanto la sequía como las heladas.
La bajada desembocaba en una pradera en la que nos dimos una más de las muchas galopadas que nos permitimos en esta ruta.
Pepe en todas sus rutas sabe dosificar e intercalar los momentos de vistas panorámicas espectaculares en los que se agradece ir al paso saboreando cada una de las bellísimas imágenes con otros al trote y al galope.
El haber sido un grupo pequeño nos ha permitido hacer una ruta más alegre y rápida que en otras ocasiones. Nos va a costar mucho olvidarla. Gracias Pepe, gracias Cabalcampo.
...........
P.S.
Ya sabeis que también podemos seguir en contacto en FB: https://www.facebook.com/locosporloscaballos.ymas
Hoy, gracias a Pepe, el propietario de la Hípica Cabalcampo, también hemos conocido otras "Cabreras" y lo que él llamó "la ruta cultural".
Tanto y bien habíamos hablado de las rutas anteriores con Cabalcampo que cuando comenté distintas opciones para la de hoy, Teresa no lo dudó, "el sitio de La Cabrera al que ya habeis ido varias veces y que tanto os gusta". Pues "pallá" que vamos, nosotros y todos los vientos de la caja de Pandora y de todas las cajas del universo.
Tapados hasta las orejas, con braga al cuello y más capas que una cebolla iniciamos la ruta.
Como Pepe sabía la zona por la que andaba un grupo de cazadores y no quería que hicieramos de blanco, cosa que le agradecemos, decidió ir por la que denominó "ruta cultural".
La primera parada fue la Casa Museo de su amigo el escultor uruguayo Luis Berruti quien en busca de un elemento que consideraba imprescindible para su trabajo, la luz, se instaló en ese extraordinario paraje allá por el año 1994.
El jardín, que es por donde deambulamos, caballos incluidos, es un museo-taller abierto, al aire libre. En él numerosas esculturas, pinturas y cerámicas se suceden y se mezclan en el fantástico entorno natural que rodea al taller. Las esculturas son sus obras más sobresalientes. Son piezas robustas, de proporciones descomunales y gran volumen, hechas con materiales reciclados, de hierro combinado con cristales y cemento, y muy duros y resistentes, para que perduren en espacios abiertos
Desde allí iniciamos la subida al convento de San Antonio. Si minutos antes las figuras en hierro de Berruti parecían cobrar vida propia, ahora, las enormes piedras de la montaña granítica que jalonaban la subida parecían representar formas grotescas, también animadas. Algunas en unos escorzos imposibles parecían estar a punto de rodar ladera abajo hacia nosotros.
El convento, de estilo Románico, dicen los especialistas que probablemente se comenzó a construir en el siglo XI o en la primera mitad del XII.
Está realizado en mampostería de granito como no podía ser de otra forma estando situado en La Cabrera. Su elemento arquitectónico más importante es la iglesia que a pesar de sus reducidas dimensiones, nos dijeron que presenta una estructura de cierta complejidad, con cinco ábsides, tres naves y crucero, y como no pudimos verla por dentro ya tenemos excusa para volver.
Despues de las fotos al pie del convento comenzamos la bajada. Buena parte de ella entre enebros, encinas y robles, sobre todo del tipo "melojo", muy abundantes en esta zona por soportar bien tanto la sequía como las heladas.
La bajada desembocaba en una pradera en la que nos dimos una más de las muchas galopadas que nos permitimos en esta ruta.
Pepe en todas sus rutas sabe dosificar e intercalar los momentos de vistas panorámicas espectaculares en los que se agradece ir al paso saboreando cada una de las bellísimas imágenes con otros al trote y al galope.
El haber sido un grupo pequeño nos ha permitido hacer una ruta más alegre y rápida que en otras ocasiones. Nos va a costar mucho olvidarla. Gracias Pepe, gracias Cabalcampo.
...........
P.S.
Ya sabeis que también podemos seguir en contacto en FB: https://www.facebook.com/locosporloscaballos.ymas
sábado, 5 de octubre de 2013
Por Aranjuez con los amigos de Hípica el Cortao
Me llamó Teresa para decirme que viera una oferta de Groupon que tenía muy buena pinta:
"Los jardines del Príncipe, el Palacio Real, la Casa del Labrador… Disfruta de las mejores vistas de Aranjuez a lomos de un caballo con este Groupon. Visita los lugares más emblemáticos de Aranjuez y los parajes naturales de la rivera del Tajo"
Pues sí, la verdad es que tiene muy buena pinta. Sin dudarlo lo compramos Alberto, Sara, Teresa y yo. Y montamos el plan a través de Plannic para el 5 de octubre.
Muy cerca del Palacio no es que pasáramos, más bien lo vimos de lejos desde el coche pero por lo demás el día y el plan resultaron estupendos.
Como hasta la una no salía el primer grupo dedicamos el rato que nos quedaba a "cotillear" por las cuadras y a relacionarnos con los bonitos ejemplares que allí quedaban.

A la simpatiquísima Dan le tocó "Camaron" un precioso tordo que solo le faltaba cantar por bulerias como su tocayo.
Gloria fue la primera en disfrutar de uno de los mejores ejemplares de la cuadra, la preciosa yegua "Sin Nombre", a la que Elena de vez en cuando llama "Chula".
A David le tocó un precioso español cruzado, "Jonas"
Junto a dos amigos de San Martín de la Vega fueron los primeros en disfrutar de la ruta.
Mientras tanto, los demás aprovechamos para darnos un largo paseo junto a los esplendidos Jardines del Principe.
Cuando el primer grupo regresó dimos buena cuenta de la barbacoa que nos tenían preparados. Después del largo paseo que habíamos dado, unos a caballo y otros andando, a todos nos supo a gloria.
Aprovechamos para departir entre nosotros, conocernos un poco mejor e impresionarnos con el excelente vocabulario de Dan y su conocimiento de la gastronomía española (dile el nombre de una ciudad y te dirá su plato característico).
Después de comer nos tocaba disfrutar del paseo a caballo al resto.
Esperábamos ver un verde y arbolado paisaje consecuencia de la abundancia de agua por las cercanía del Tajo y del Jarama y, en efecto, Pedro y Elena nos llevaron por una vereda paralela a un canal de riego que en verano, en los días de intenso calor, debe hacer las delicias de jinetes y amazonas por la protección del Sol que dan los árboles y el frescor que debe desprender el agua.
Luna, que también montó en Camaron, ya está pensando en la próxima salida. Teresa sobre "Gitana" y yo con mi yegua "negrita" nos dimos una larga galopada aprovechando la explanada que unas obras recientes han formado.
Con eso y la excelente sesión fotográfica que realizó Elena (por fín salgo en una foto) llegamos a las cuadras pensando ya en la siguiente.
"Los jardines del Príncipe, el Palacio Real, la Casa del Labrador… Disfruta de las mejores vistas de Aranjuez a lomos de un caballo con este Groupon. Visita los lugares más emblemáticos de Aranjuez y los parajes naturales de la rivera del Tajo"
Pues sí, la verdad es que tiene muy buena pinta. Sin dudarlo lo compramos Alberto, Sara, Teresa y yo. Y montamos el plan a través de Plannic para el 5 de octubre.
Muy cerca del Palacio no es que pasáramos, más bien lo vimos de lejos desde el coche pero por lo demás el día y el plan resultaron estupendos.
La hípica El Cortao resultó ser un centro pequeño pero acogedor y el personal de lo más atento y agradable, Pedro, su mujer, su preciosa hija Esther, Elena y el resto se preocuparon de que todo nos resultara sencillo y fácil para que pasáramos un día perfecto.

A la simpatiquísima Dan le tocó "Camaron" un precioso tordo que solo le faltaba cantar por bulerias como su tocayo.
Gloria fue la primera en disfrutar de uno de los mejores ejemplares de la cuadra, la preciosa yegua "Sin Nombre", a la que Elena de vez en cuando llama "Chula".
A David le tocó un precioso español cruzado, "Jonas"
Junto a dos amigos de San Martín de la Vega fueron los primeros en disfrutar de la ruta.
Mientras tanto, los demás aprovechamos para darnos un largo paseo junto a los esplendidos Jardines del Principe.
Cuando el primer grupo regresó dimos buena cuenta de la barbacoa que nos tenían preparados. Después del largo paseo que habíamos dado, unos a caballo y otros andando, a todos nos supo a gloria.
Aprovechamos para departir entre nosotros, conocernos un poco mejor e impresionarnos con el excelente vocabulario de Dan y su conocimiento de la gastronomía española (dile el nombre de una ciudad y te dirá su plato característico).
Después de comer nos tocaba disfrutar del paseo a caballo al resto.
Esperábamos ver un verde y arbolado paisaje consecuencia de la abundancia de agua por las cercanía del Tajo y del Jarama y, en efecto, Pedro y Elena nos llevaron por una vereda paralela a un canal de riego que en verano, en los días de intenso calor, debe hacer las delicias de jinetes y amazonas por la protección del Sol que dan los árboles y el frescor que debe desprender el agua.
Luna, que también montó en Camaron, ya está pensando en la próxima salida. Teresa sobre "Gitana" y yo con mi yegua "negrita" nos dimos una larga galopada aprovechando la explanada que unas obras recientes han formado.
Con eso y la excelente sesión fotográfica que realizó Elena (por fín salgo en una foto) llegamos a las cuadras pensando ya en la siguiente.
lunes, 22 de julio de 2013
A la búsqueda del Pantano de San Juan
La gasolinera que nos servía de punto de encuentro estaba desierta. A esa misma hora cualquier otro día que no fuese domingo estaría con una actividad a todo "gas".
Luna llegó con varios minutos de adelanto y al rato Teresa con Maite y Ana.
La carretera de los pantanos nos trasladó en unos minutos a nuestro destino, la finca "El Recreo" en San Martín de Valdeiglesias.
Angel y Luis Miguel nos recibieron y atendieron con gran amabilidad y nos presentaron a nuestros compañeros de de viaje, unos experimentados equinos acostumbrados a llevar o más bien a soportar sobre sus lomos a innumerables jinetes, la mayoría de las veces poco duchos en la monta.
La finca está preparada para variadas actividades recreativas: una zona de minigolf, cancha para futbito y otros deportes con balón, cafetería con terraza y barbacoa y zona de juego para niños aunque, por supuesto, las estrellas son "Litle", "Landi", "Brioso" y el resto de los caballos.
Se presagiaba un día "fino" de calor y por eso a las 10 de la mañana ya estábamos preparados para montar.
El terreno en las cercanías no es demasiado escarpado pero no hay que alejarse mucho para llegar a lomas de 800 metros, "hijas" del cercano Sistema Central. Iniciamos la ruta y enseguida pasamos junto a numerosos viñedos, casi todos de poca extensión y muchos con una casita en la que, probablemente, sus dueños pasarán más de un fin de semana. Por suerte para ellos, los abundantes racimos que presagiaban una buena cosecha todavía no estaban maduros y no sufrieron el saqueo que en otras circunstancias tal vez se hubiera producido por parte de algún hambriento jinete o amazona.
Los huertos de parras se intercalaban en ese mar de lomas con zonas de jaras y encinas. En las zonas de más altura buscábamos la sombra en los pinares bajo el pino mediterráneo y el pino carrasco.
A lo lejos adivinamos las aguas del Pantano de San Juan en las que, como pudimos comprobar posteriormente, innumerables madrileños estaban refrescándose en este tórrido domingo de julio.
Y así, entre subidas y bajadas más o menos pronunciadas y alguna que otra parada para inmortalizar la ocasión y así poder dar envidia a los amigos con las pocas fotos que no salieran movidas, transcurrió la marcha.
Llegamos justo a tiempo de coincidir con un grupo de chicas que iban a celebrar una despedida de soltera con una ruta. En ese momento comprendí a qué se debía la cara de Bambi, la yegua que había estado montando, cuando le dí una palmada cariñosa a modo de despedida y agradecimiento por el paseo. Espero que "Poti", "Brioso" y el resto de colegas de la yeguada no descubrieran a la autora de la idea.
Con unas cervezas bien frias y las patatas de Teresa (un clásico que no se puede perder !) repusimos las fuerzas que nos habíamos dejado a lomos de nuestros corceles. Al menos hasta que Angel nos acercó el menú "casisincolesterol" que le habíamos encargado en la barbacoa.
Mientras dábamos buena cuenta de chuletas, chorizos y otras viandas charlábamos sobre viajes y sus correspondientes peripecias, algunas dignas de un guión de cine. Tras una interesante tertulia en la que Maite, Luna y Ana nos ilustraron sobre filosofías y creencias orientales nos trasladamos a la ribera del embalse.
Allí, después de una ardua búsqueda entre multitud de barrigas cerveceras y michelines al viento, encontramos un hueco en el que colocar nuestras toallas y poder continuar con la tertulia interrumpida.
Un rato de charla y descanso, amenizado con algún que otro "niño deja de joder con la pelotita de los c..." y emprendimos el regreso para adelantarnos y que no nos devorase la serpiente multicolor de cuatro ruedas que pronto se pondría en marcha.
Luna llegó con varios minutos de adelanto y al rato Teresa con Maite y Ana.
La carretera de los pantanos nos trasladó en unos minutos a nuestro destino, la finca "El Recreo" en San Martín de Valdeiglesias.
Angel y Luis Miguel nos recibieron y atendieron con gran amabilidad y nos presentaron a nuestros compañeros de de viaje, unos experimentados equinos acostumbrados a llevar o más bien a soportar sobre sus lomos a innumerables jinetes, la mayoría de las veces poco duchos en la monta.
La finca está preparada para variadas actividades recreativas: una zona de minigolf, cancha para futbito y otros deportes con balón, cafetería con terraza y barbacoa y zona de juego para niños aunque, por supuesto, las estrellas son "Litle", "Landi", "Brioso" y el resto de los caballos.
Se presagiaba un día "fino" de calor y por eso a las 10 de la mañana ya estábamos preparados para montar.
El terreno en las cercanías no es demasiado escarpado pero no hay que alejarse mucho para llegar a lomas de 800 metros, "hijas" del cercano Sistema Central. Iniciamos la ruta y enseguida pasamos junto a numerosos viñedos, casi todos de poca extensión y muchos con una casita en la que, probablemente, sus dueños pasarán más de un fin de semana. Por suerte para ellos, los abundantes racimos que presagiaban una buena cosecha todavía no estaban maduros y no sufrieron el saqueo que en otras circunstancias tal vez se hubiera producido por parte de algún hambriento jinete o amazona.
Los huertos de parras se intercalaban en ese mar de lomas con zonas de jaras y encinas. En las zonas de más altura buscábamos la sombra en los pinares bajo el pino mediterráneo y el pino carrasco.
A lo lejos adivinamos las aguas del Pantano de San Juan en las que, como pudimos comprobar posteriormente, innumerables madrileños estaban refrescándose en este tórrido domingo de julio.
Y así, entre subidas y bajadas más o menos pronunciadas y alguna que otra parada para inmortalizar la ocasión y así poder dar envidia a los amigos con las pocas fotos que no salieran movidas, transcurrió la marcha.
Llegamos justo a tiempo de coincidir con un grupo de chicas que iban a celebrar una despedida de soltera con una ruta. En ese momento comprendí a qué se debía la cara de Bambi, la yegua que había estado montando, cuando le dí una palmada cariñosa a modo de despedida y agradecimiento por el paseo. Espero que "Poti", "Brioso" y el resto de colegas de la yeguada no descubrieran a la autora de la idea.
Con unas cervezas bien frias y las patatas de Teresa (un clásico que no se puede perder !) repusimos las fuerzas que nos habíamos dejado a lomos de nuestros corceles. Al menos hasta que Angel nos acercó el menú "casisincolesterol" que le habíamos encargado en la barbacoa.
Mientras dábamos buena cuenta de chuletas, chorizos y otras viandas charlábamos sobre viajes y sus correspondientes peripecias, algunas dignas de un guión de cine. Tras una interesante tertulia en la que Maite, Luna y Ana nos ilustraron sobre filosofías y creencias orientales nos trasladamos a la ribera del embalse.
Allí, después de una ardua búsqueda entre multitud de barrigas cerveceras y michelines al viento, encontramos un hueco en el que colocar nuestras toallas y poder continuar con la tertulia interrumpida.
Un rato de charla y descanso, amenizado con algún que otro "niño deja de joder con la pelotita de los c..." y emprendimos el regreso para adelantarnos y que no nos devorase la serpiente multicolor de cuatro ruedas que pronto se pondría en marcha.
domingo, 14 de abril de 2013
De nuevo por el Valle del Lozoya
Y si el año pasado estuvimos encantados con la compañía de Andrés, en esta ocasión fue Juanjo el que nos acompañó y nos deleitó con sus consejos, sugerencias y comentarios sobre la mejor forma de tratar al caballo y de cómo llevarlo así como sobre la maravillosa zona en la que estábamos, su flora y su fauna.
La mañana, por primera vez desde hacía semanas, amaneció con un sol espléndido y así se mantuvo durante todo el día.
Teniendo como partida la hípica de Juanjo y Andrés puedes elegir casi infinidad de rutas. En esta ocasión, como venían algunos con poca experiencia o ninguna, Juanjo se decantó por una suave.
Primero atravesamos varios bosques de robles, todavía sin hojas por la dureza de este invierno.
Enseguida, casi sin darnos cuenta, se hicieron dos grupos, uno con los que querían ir con más calma y otro con los que estaban impacientes por darse una galopada. Manuel, Marian, Teresa, Alberto y Sara, a la primera oportunidad ya estaban galopando.
Por detrás, Gema, Miguel y Alvaro a pesar de haber montado poco iban con un paso ágil disfrutando de las increibles cimas nevadas de Peñalara y la Bola del Mundo que teníamos casi enfrente y de los robredales que atravesábamos. Yo, cámara en ristre, iba con Juanjo de uno a otro grupo.
La primera parada la hicimos en uno de los abrevaderos de la zona. Allí nuestras monturas se quitaron la sed.
Enseguida comenzamos a subir uno de los montes escarpados que vigilan el valle. La subida fue sencilla pero en la bajada tuvimos que confiar en nuestros caballos, nadie mejor que estos cuadrúpedos para elegir la mejor senda por la que bajar.
Varias veces atravesamos rebaños de las enormes vacas que pueblan este valle, otrora una de las fuentes principales de riqueza junto a la explotación de la madera. Como espectadores curiosos nos veían pasar entre ellas.
Disfrutamos con una pequeña manada de caballos en libertad y nos extasiamos contemplando como un potrillo, que a buen seguro no tenía demasiados días de vida, se amamantaba con su madre.
Comenzamos la bajada hacia el embalse de La Pinilla y aprovechamos las praderas próximas para posar y poder dar envidia a nuestros amigos con el embalse como magnífico telón de fondo.
Para que no faltase de nada cruzamos el río Lozoya, que bajaba como hacía años, por una zona en la que a nuestros caballos les llegaba el agua casi a las barrigas. Algunos de los caminos al estar flanqueados por cercas de piedra se habían inundado y más parecían ríos que pasos para personas y animales. Hábilmente Sara pudo inmortalizar nuestro paso por uno de ellos con el vídeo de su móvil. Lastima que yo sea tan torpe y no consiga insertarlo (afortunadamente en facebook sí está).
Y si la ruta fue espectacular y disfrutamos con el paisaje y con nuestros caballos, no menos bien lo pasamos comiendo en las propias instalaciones de "Caballos del Valle". Al aire libre, en un día espléndido, bajo la sombra de un "chamizo", compartimos la comida que cada uno había llevado, comentamos las incidencias de la ruta y nos pusimos al día con las actividades, andanzas privadas y hasta planes de futuro de algunos de los componentes de la excursión.
Después un paseo por el pueblo, Oteruelo del Valle, y un café con el que continuamos compartiendo opiniones ya casi de lo divino y lo humano. Y por supuesto, pensamos en posibles fechas para la siguiente.
Gracias a Alberto que lo grabó en su gps, podeis ver los datos técnicos de la ruta, itinerario seguido, distancia recorrida, altura a la que se subió, etc en este enlace: http://es.wikiloc.com/wikiloc/
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