La semana se me pasó en un suspiro, supongo
que por las ganas que tenía de salir de ruta. El martes y el miércoles había
tenido que estar en Zaragoza por trabajo y el jueves y el viernes procuré
contestar las dudas que iban surgiendo sobre el plan: cómo quedamos, quién
lleva coche, hay plazas libre, dónde comeremos, hay que llevar ropa de abrigo …
Lo que más me preocupaba, dados los
comentarios negativos que me habían contado sobre lo “malquedas” de muchos que
se apuntaban a planes, era que de los
apuntados al nuestro hubiera muchos que luego no se presentaran.
Por eso cuando en el lugar de reunión
comenzaron a llegar Sally, Rebeca, Alberto, Katrina, Fernando, Silvia, Alberto2
respiré tranquilo, ya eramos 8 y me acababa de llamar Laura para decirme que
ella y Justo iban directamente al “Rancho” osea que … teníamos pleno!!
Pues sí, es lo primero a destacar, el grupo de
participantes. Increíble pero todos agradables, simpáticos, resueltos,
colaboradores, cada uno, eso sí, con su “particularidad”, su sal y su pimienta,
pero todos gente extraordinaria con la que no me importaría compartir cualquier
ruta.
Llegamos al pequeño picadero “Rancho AguaDulce” en donde Anghelo y Sonia cuidan y mantienen con esmero y buen hacer su
cuadra. No tienen muchos caballos, sólo los que ellos pueden mantener en
perfecto estado y en efecto, pudimos comprobarlo, casi no había que tocar las
riendas, casi se les podía dirigir con la voz. Un suave toque, un suave giro de
cadera, una leve presión de piernas y Moro, Candela o cualquiera del resto
obedecían sin tardanza.
Mientras esperábamos que regresara el primer
grupo, los que salíamos en segundo lugar nos cruzamos a Villarejo. Un breve
paseo por la plaza, viendo el castillo y la monumental Nuestra Señora de
Lepanto y a buscar una terraza soleada en donde tomar unas tapas. Y no tardamos
en encontrarla siguiendo las indicaciones de Albertoinformatico que supo
guiarnos con paso firme, después de preguntar a unos lugareños.
En la terraza dimos buena cuenta de una
excelente ensalada, unos ibéricos a los que Yako, el perrito de Laura, seguro
que no hubiera puesto pegas si se los hubiéramos ofrecido y una rica parrillada
de verduras seguramente bañadas por el cercano Tajo.
Volvimos al picadero con curiosidad por saber
como les había ido a los del primer grupo y nos sentimos aliviados al escuchar
los positivos comentarios de todos. Katrina, en el próximo seguro que galoparás
más, palabra.
Salimos el segundo grupo y enseguida, tras una
suave cuesta y un giro a la derecha ….unas vistas impresionantes en donde se iban alternando los montes de arbustos y retamas con los páramos, los encinares, los campos de labor, alguna casa de
labranza, campos de olivares y el Tajo en la lejanía.
Seguimos subiendo y bajando cuestas y montes,
dando alguna que otra galopada entre olivos y realizando alguna parada de vez
en cuando para corregir posturas o simplemente contemplar el paisaje.
La hora y media se pasó en un instante,
regresamos con cara de “peroquerapidosehapasado” y comentando esto hay que
repetirlo. Así que ahora …. a preparar la siguiente.
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