Vale, pues no es que vaya justito de tiempo es que más bien voy jo...robado. Y todavía me falta bajar al "Luni", comprar el pan y el fiambre para los bocatas (la idea de hacerme la tortilla francesa hacía rato que la había abandonado) y bajar al trastero a por las botas de montar (nunca se sabe).
Todavía no se como lo hice pero sólo llegué a Plaza Castilla (punto de encuentro) 5 minutos tarde.
La primera parada fue en Cabalcampo, entre Valdemanco y Cabanillas de la Sierra. Una enorme finca bien surtida de encinas en plena sierra da cobijo a los caballos de Pepe. Caballos preciosos, fuertes, bien alimentados y bien trabajados. Para nuestra envidia, salía en ese momento con un grupo a realizar una de las espectaculares rutas ... la baba se nos caía por las comisuras.
No le entretuvimos mucho, lo justo para contarle el plan que queríamos montar en próximas semanas y que le pareció fenomenal .... así que ir dándole lustre a las botas que pronto las usaremos.
Continuamos hacía Bustarviejo donde hicimos una parada obligada, obligada porque eran cerca de la una y pasamos cerca de unas terrazas con una pinta excelente. Un ratito al sol, tomando un bitter, un vermouth, unas patatas ... Después y ya que estábamos, una vuelta por el pueblo y una parada a ver como había quedado la restauración de la iglesia.

Continuamos hacia Soto del Real donde queríamos ver un centro hípico que nos habían recomendado, Club Equitación El Soto. No fue dificil encontrarlo pero como ya eran las tres y sentíamos un gusanillo por el estomago Rocio sugirió, con gran regocijo por mi parte, parar en un pinarcito cercano en el que dimos buena cuenta de los fiambres que cada uno había traído.
Se estaba tan a gusto en la hierba con el estomago lleno, una temperatura que ni contratada resultaría tan agradable y una entretenida conversación que nos dieron las tantas de hoy, menos una hora de ayer.
Y claro, cuando fuimos a la hípica estaba cerrada. Menos mal que en la lejanía vislumbramos unos menesterosos mozos de cuadra que amablemente se ofrecieron a enseñarnos las instalaciones.
Valió la pena porque tuvimos ocasión de contemplar unos bellísimos ejemplares y unas cuidadas instalaciones.
Cogimos los teléfonos y la información que necesitábamos y de vuelta para Madrid no sin antes ir comentando las excelencias del día, que no había empezado bien, pero que acabó de la mejor manera. Sólo faltó una cosa para que hubiese sido perfecto ... haber podido hacer una ruta sobre uno de aquellos magníficos caballos.
Pero ya llegará !!