sábado, 27 de octubre de 2012

La ruta de las incertidumbres ... por La Cabrera y Valdemanco

Desde antes del verano no organizaba ninguna ruta y el "mono" comenzaba a aflorar. Llamé a Pepe "Cabalcampo" y lo pusimos en marcha en el grupo de Plannic.
Pero ¿qué pasó?, desde el comienzo hubo problemas. La página fallaba, algunos miembros del grupo me llamaron para decirme que no conseguían apuntarse, no me permitía escribir comentarios ...
Pasaban los días, Pepe me preguntaba y yo no sabía que decirle ni sabía qué estaba pasando ... no se había apuntado nadie (y a esa misma ruta en Abril habíamos ido 11 !!).
Por fín, aleluya, veo que Maria José "superviviente" se había apuntado y el mismo viernes me llama Iliana para decirme que también viene .... bueno, no iré sólo!! pensé, aunque hasta que no llega cada uno no se está seguro de que no vaya a haber alguna anulación, como así fue.



Como siempre, el viaje lo pasé mirando al cielo y a las nubes, negras que veía en dirección a la sierra.
Cuando llegué Pepe ya estaba esperando y enseguida llegaron también Damián y Angelina que resultaron ser unos compañeros de aventura con abundantes dosis de simpatía y cordialidad.


Unas vueltecitas por el picadero y para afuera antes de que empeorase el tiempo.
Vaya suerte, cuatro gotas y el resto del tiempo un día soleado con una temperatura ideal para salir al campo.


Enseguida llegamos a una loma en la que Damian y yo nos damos una galopada para abrir boca.
Angelina, poco a poco, va soltándose y al poco se pega el primer trote y la primera galopada.
Con las cuatro gotas caídas la jara desprende un aroma que impregna el ambiente y hace que nos sintamos en el séptimo cielo.




Entre galope y galope disfrutamos del color otoñal de hayas, fresnos y encinas. El contraste de colores es digno de una paleta de Van Gogh, amarillos, rojos, marrones, verdes ... hasta violetas de la silvestre flor del azafrán.

Lastima que ninguno entendiese de setas porque hubieramos podido recoger kilos y kilos.
Junto a uno de los múltiples riachuelos que vamos dejando a un lado Pepe se para junto a una enorme higuera a coger unos higos con los que se nos hace la boca agua.


Otra cuesta y otra galopada, ésta de las que no se olvidan, haciendo eses, casi 2 kilometros, flanqueados por encinas de todos los tamaños y jaras perfumadas. "Sukar" con su galope controlado y cadencioso consigue que me olvide de los clientes, del trabajo, del tráfico de Madrid, de lo que me queda de hipoteca, de ....



Se nos pasaron las dos horas en un momento y regresamos a Cabalcampo.
Allí Pepe nos da una pequeña clase de medicina equina curando una herida que  Rubio arrastraba desde hacía unos días.



Nos cambiamos y ... a preparar otra ruta pronto.


sábado, 19 de mayo de 2012

Por el Valle Alto del Lozoya

"El 69, el 69, el que no hay que olvidar es el 69"  me repitió Alberto varias veces. Se refería a ... la salida 69 de la autovía, para después dirigirnos hacia Oteruelo del Valle en donde Andrés, Maite y Juanjo tienen su magnífica hípica, "Caballos del Valle" en un entorno incomparable y con caballos de cine, nunca mejor dicho porque un buen número de ellos los habían cedido para participar en una película que se estaba rodando en las cercanías.
Pasadas las 12 ya estábamos sobre unos magníficos caballos y yeguas atravesando la primera de las numerosas praderas por las que pasamos.
Abriendo la marcha David en el impresionante "Tarzán", detrás Sara, Silvia y Alberto.
Ana y Pilar, nuevas en el grupo, rápidamente se integraron y comenzaron a admirar las maravillas del paisaje. Al fin y al cabo estábamos en pleno corazón de la Sierra de Guadarrama, en el valle del Lozoya junto al río que da nombre al valle. Río que cruzamos en varias ocasiones propiciando imágenes y sensaciones que difícilmente olvidaremos, sobre todo Silvia que pensaba que su yegua se iba a tumbar y que ambas se darían un refrescante baño, cosa que afortunadamente no se encontraba entre las intenciones de la yegua.
Enseguida atravesamos zonas de robles, fresnos y pinos que se iban alternando con los prados y las dehesas del ganado vacuno, espectador privilegiado del grupo ecuestre que dirigía con mano experta Andrés, el guia.
Como siempre, hubo varios cambios de montura en busca del equino que mejor se adaptase a las características de cada uno. Andrés no paraba de subir y bajar de su caballo, bien para abrir o cerrar una de las numerosas cercas para el ganado, bien para alargar o acortar estribos.
Después de algún sustillo que "Cañera" le dió a su amazona, llegamos al embalse de La Pinilla. Ante semejante espectáculo no pudimos resistir la tentación de hacernos la obligada foto de familia.
Lo dejamos a un lado y nos encaminamos hacia otra de las amplias vegas que se iban sucediendo en la ruta. Pasamos junto a una protectora cerca tras de la que un impresionante ejemplar alazán, entero, se volvía "loco" al oler  nuestras yeguas. No hizo falta que Andrés dijera nada para que al instante avivásemos el paso tratando de poner tierra de por medio.
Más de dos horas después de nuestra salida regresábamos a la cuadra quejándonos de lo deprisa que se nos había pasado y, por supuesto, hablando de la próxima salida.
Pero antes de volver a Madrid devoramos la riquísima tortilla con pimientos de Sara y el resto de viandas que habíamos llevado.

sábado, 21 de abril de 2012

Por La Cabrera

Al entrar en casa la duda era si primero abrir una lata bien fría de cerveza o antes darme una tonificante y reparadora ducha. Elegí la primera opción y después del primer sorbo tras el que desapareció medio bote me encaminé hacia la ducha.
El abundante chorro de agua caliente resbalaba por la cabeza, los hombros, la cara. Después del cansancio del día era una agradabilísima  sensación mezcla de confortante relax y recuperación de fuerzas.
Había sido un día perfecto. Poco después de las 10:00 estábamos todos en el punto de reunión y poco después de las 11:00 en La Cabrera, a pesar de que alguno persiguiera C5's grises equivocados (¡!).
Un café en El Caldero y derechos a Cabalcampo, eso sí, todos mirando al cielo y no precisamente para rezar.
Pepe fue eligiendo los caballos adecuados para las características y el nivel de monta de cada uno. Y al campo.
Dejamos a nuestra espalda la enorme mole de piedra de La Cabrera y serpenteamos por bajadas y subidas entre jaras y encinas.
Tras una suave y prolongada subida paramos en un claro para corregir errores y comentar cómo iba cada uno: Inma y Sally dicen que estupendamente, hechas dos jabatas "con un par", sin despegarse del grupo y aguantando el ritmo.
Los "ventalarubianos" Raquel, Sara y Alberto haciendo gala de su técnica y de sus avances en las clases de su magnífica escuela hípica.
Paloma sorprendiéndonos por su excelente monta. Silvia, igual, disfrutando del paisaje y de su "Rubio". Y yo, qué voy a decir, disfrutando como un loco de una de mis aficiones favoritas e intentando hacer alguna foto que no saliera movida.
La principal preocupación era el tiempo. La suerte se alió con nosotros porque tras prolongados ratos de sol tuvimos pequeños períodos de una llovizna suave que se agradecía al sentirla fresca sobre las caras que  ya empezaban a estar algo sudorosas.
En algún momento tuvimos a la vez sol y lluvia pero pese a buscarlo no encontramos el consabido arco iris de esas situaciones. Claro que para compensar, Pepe nos dirigió la vista hacia varias parejas de milanos, primero y poco después de buitres que anidaban en la inmensa mole granítica de La Cabrera.
Después de varios tramos de subidas, bajadas, quiebros, y giros por entre las encinas, los fresnos, las jaras y demás elementos típicos del paisaje serrano, nos lanzamos a una galopada que recordaré en mucho tiempo, junto a una manada de enormes toros bravos, afortunadamente convenientemente separados por una bendita valla.
Alternamos largos y preciosos tramos de monte al paso con otros de trote y galope. Hicimos alguna que otra parada para los comentarios de rigor y para que el cameraman pasara los trastos de fotografiar al guia y así poder ser inmortalizado junto a los demás.
Y, en lo que nos pareció un instante, admirando las bellezas de esa parte de la sierra madrileña, regresamos a las cuadras tres horas después de haber salido.
Cansados pero contentos y satisfechos nos fuimos en busca de un merendero cercano a devorar los ricos filetes empanados de Sara, los sandwiches de Sally, el queso de Paloma, las patatas al ajo de Raquel y el resto de viandas que los demás habíamos llevado.
Como colofón se imponía un cafetito bien caliente, otra vez en El Cocedero. Esta vez se unieron al grupo Vivi, Lola y Vanesa, antes de comenzar su ruta vespertina.
A las 17:30 ya estábamos volviendo hacia Madrid pensando ya en la siguiente salida, en Mayo.

Feliz semana y felices galopadas los que puedan darlas.

lunes, 26 de marzo de 2012

En busca del picadero perdido

El día no empezó demasiado bien. Para empezar, la noche antes habían cambiado la hora con lo cual un ostras! bien sonoro fue lo primero que dije al despertar y caer en la cuenta. Rápidamente las llamadas de rigor para confirmar ¿hemos quedado a la hora de ayer o a la de hoy? Respuesta unánime: tú estás tonto o que te pasa, pues a la de hoy, a cual va a ser!!
Vale, pues no es que vaya justito de tiempo es que más bien voy jo...robado. Y todavía me falta bajar al "Luni", comprar el pan y el fiambre para los bocatas (la idea de hacerme la tortilla francesa hacía rato que la había abandonado) y bajar al trastero a por las botas de montar (nunca se sabe).
Todavía no se como lo hice pero sólo llegué a Plaza Castilla (punto de encuentro) 5 minutos tarde.
La primera parada fue en Cabalcampo, entre Valdemanco y Cabanillas de la Sierra. Una enorme finca bien surtida de encinas en plena sierra da cobijo a los caballos de Pepe. Caballos preciosos, fuertes, bien alimentados y bien trabajados. Para nuestra envidia, salía en ese momento con un grupo a realizar una de las espectaculares rutas ... la baba se nos caía por las comisuras.
No le entretuvimos mucho, lo justo para contarle el plan que queríamos montar en próximas semanas y que le pareció fenomenal .... así que ir dándole lustre a las botas que pronto las usaremos.
Continuamos hacía Bustarviejo donde hicimos una parada obligada, obligada porque eran cerca de la una y pasamos cerca de unas terrazas con una pinta excelente. Un ratito al sol, tomando un bitter, un vermouth, unas patatas ... Después y ya que estábamos, una vuelta por el pueblo y una parada a ver como había quedado la restauración de la iglesia.



Continuamos hacia Soto del Real donde queríamos ver un centro hípico que nos habían recomendado, Club Equitación El Soto. No fue dificil encontrarlo pero como ya eran las tres y sentíamos un gusanillo por el estomago Rocio sugirió, con gran regocijo por mi parte, parar en un pinarcito cercano en el que dimos buena cuenta de los fiambres que cada uno había traído.
Se estaba tan a gusto en la hierba con el estomago lleno, una temperatura que ni contratada resultaría tan agradable y una entretenida conversación que nos dieron las tantas de hoy, menos una hora de ayer.
Y claro, cuando fuimos a la hípica estaba cerrada. Menos mal que en la lejanía vislumbramos unos menesterosos mozos de cuadra que amablemente se ofrecieron a enseñarnos las instalaciones.
Valió la pena porque tuvimos ocasión de contemplar unos bellísimos ejemplares y unas cuidadas instalaciones.

Cogimos los teléfonos y la información que necesitábamos y de vuelta para Madrid no sin antes ir comentando las excelencias del día, que no había empezado bien, pero que acabó de la mejor manera. Sólo faltó una cosa para que hubiese sido perfecto ... haber podido hacer una ruta sobre uno de aquellos magníficos caballos.
Pero ya llegará !!


domingo, 11 de marzo de 2012

Y llegó el gran día


La semana se me pasó en un suspiro, supongo que por las ganas que tenía de salir de ruta. El martes y el miércoles había tenido que estar en Zaragoza por trabajo y el jueves y el viernes procuré contestar las dudas que iban surgiendo sobre el plan: cómo quedamos, quién lleva coche, hay plazas libre, dónde comeremos, hay que llevar ropa de abrigo …
Lo que más me preocupaba, dados los comentarios negativos que me habían contado sobre lo “malquedas” de muchos que se apuntaban a planes,  era que de los apuntados al nuestro hubiera muchos que luego no se presentaran.
Por eso cuando en el lugar de reunión comenzaron a llegar Sally, Rebeca, Alberto, Katrina, Fernando, Silvia, Alberto2 respiré tranquilo, ya eramos 8 y me acababa de llamar Laura para decirme que ella y Justo iban directamente al “Rancho” osea que … teníamos pleno!!
Pues sí, es lo primero a destacar, el grupo de participantes. Increíble pero todos agradables, simpáticos, resueltos, colaboradores, cada uno, eso sí, con su “particularidad”, su sal y su pimienta, pero todos gente extraordinaria con la que no me importaría compartir cualquier ruta.

Llegamos al pequeño picadero “Rancho AguaDulce” en donde Anghelo y Sonia cuidan y mantienen con esmero y buen hacer su cuadra. No tienen muchos caballos, sólo los que ellos pueden mantener en perfecto estado y en efecto, pudimos comprobarlo, casi no había que tocar las riendas, casi se les podía dirigir con la voz. Un suave toque, un suave giro de cadera, una leve presión de piernas y Moro, Candela o cualquiera del resto obedecían sin tardanza.
Mientras esperábamos que regresara el primer grupo, los que salíamos en segundo lugar nos cruzamos a Villarejo. Un breve paseo por la plaza, viendo el castillo y la monumental Nuestra Señora de Lepanto y a buscar una terraza soleada en donde tomar unas tapas. Y no tardamos en encontrarla siguiendo las indicaciones de Albertoinformatico que supo guiarnos con paso firme, después de preguntar a unos lugareños.
En la terraza dimos buena cuenta de una excelente ensalada, unos ibéricos a los que Yako, el perrito de Laura, seguro que no hubiera puesto pegas si se los hubiéramos ofrecido y una rica parrillada de verduras seguramente bañadas por el cercano Tajo.
Volvimos al picadero con curiosidad por saber como les había ido a los del primer grupo y nos sentimos aliviados al escuchar los positivos comentarios de todos. Katrina, en el próximo seguro que galoparás más, palabra.
Salimos el segundo grupo y enseguida, tras una suave cuesta y un giro a la derecha ….unas vistas impresionantes en donde se iban alternando los montes de arbustos y retamas con los páramos, los encinares, los campos de labor, alguna casa de labranza, campos de olivares y el Tajo en la lejanía.

Seguimos subiendo y bajando cuestas y montes, dando alguna que otra galopada entre olivos y realizando alguna parada de vez en cuando para corregir posturas o simplemente contemplar el paisaje.
La hora y media se pasó en un instante, regresamos con cara de “peroquerapidosehapasado” y comentando esto hay que repetirlo. Así que ahora …. a preparar la siguiente.



sábado, 3 de marzo de 2012

El grupo en Plannic

Me hablaron de Plannic unas amigas, Rocio y Vicen, tomando unas cañas. Cuando llegué a casa entré en Internet y lo busqué. Aparecieron un montón de grupos de todo tipo, senderismo, visitas a museos, amigos de la psicología, amigos de las tabernas, viajes por la península, viajes al extranjero, salidas al cine ... de todo. Unos con muchos miembros otros con cuatro, la mayoría con suficientes.
No lo dudé creé uno sobre mi afición, el montar a caballo. Y el primer nombre que me vino a la cabeza fue el de locos por los caballos.
Pues ya estaba. Lo siguiente era crear un plan. Mientras visitaba alguna hípica en donde convocar mi primer plan vi un comentario de un miembro de otro grupo de Plannic comentando la posibilidad de salir un fin de semana a montar a una zona entre Segovia y Valladolid. Le envié un mail proponiendole que lo presentara como un plan del grupo. Así lo hizo y ... ya teníamos el primer plan. Lastima que a última hora decidiese desconvocarlo por no haber llegado a diez los inscritos (a mí seis ya me parecían muchos, pero ...).
Pero no importaba, el gusanillo ya estaba dentro y aprovechando los centros hípicos que ya conocía de mi etapa con "Apache", mi querido caballo pío, propuse otro plan, esta vez una ruta cerca de Madrid y de un sólo día.
Se saldría de una pequeñita hípica en Villarejo de Salvanés, Rancho Agua Dulce, con pocos pero excelentes caballos y mejores cuidadores. Es una zona de monte bajo que en primavera se pone preciosa, un auténtico mar de flores entre el Tajuña y el Tajo.
Cuando escribo estas líneas hacía unos minutos que había colgado el plan en la página de Plannic así que ya os contaré como ha ido.
Feliz y a galope (o al trote) semana.