Luna llegó con varios minutos de adelanto y al rato Teresa con Maite y Ana.
La carretera de los pantanos nos trasladó en unos minutos a nuestro destino, la finca "El Recreo" en San Martín de Valdeiglesias.
Angel y Luis Miguel nos recibieron y atendieron con gran amabilidad y nos presentaron a nuestros compañeros de de viaje, unos experimentados equinos acostumbrados a llevar o más bien a soportar sobre sus lomos a innumerables jinetes, la mayoría de las veces poco duchos en la monta.
La finca está preparada para variadas actividades recreativas: una zona de minigolf, cancha para futbito y otros deportes con balón, cafetería con terraza y barbacoa y zona de juego para niños aunque, por supuesto, las estrellas son "Litle", "Landi", "Brioso" y el resto de los caballos.
Se presagiaba un día "fino" de calor y por eso a las 10 de la mañana ya estábamos preparados para montar.
El terreno en las cercanías no es demasiado escarpado pero no hay que alejarse mucho para llegar a lomas de 800 metros, "hijas" del cercano Sistema Central. Iniciamos la ruta y enseguida pasamos junto a numerosos viñedos, casi todos de poca extensión y muchos con una casita en la que, probablemente, sus dueños pasarán más de un fin de semana. Por suerte para ellos, los abundantes racimos que presagiaban una buena cosecha todavía no estaban maduros y no sufrieron el saqueo que en otras circunstancias tal vez se hubiera producido por parte de algún hambriento jinete o amazona.
Los huertos de parras se intercalaban en ese mar de lomas con zonas de jaras y encinas. En las zonas de más altura buscábamos la sombra en los pinares bajo el pino mediterráneo y el pino carrasco.
A lo lejos adivinamos las aguas del Pantano de San Juan en las que, como pudimos comprobar posteriormente, innumerables madrileños estaban refrescándose en este tórrido domingo de julio.
Y así, entre subidas y bajadas más o menos pronunciadas y alguna que otra parada para inmortalizar la ocasión y así poder dar envidia a los amigos con las pocas fotos que no salieran movidas, transcurrió la marcha.
Llegamos justo a tiempo de coincidir con un grupo de chicas que iban a celebrar una despedida de soltera con una ruta. En ese momento comprendí a qué se debía la cara de Bambi, la yegua que había estado montando, cuando le dí una palmada cariñosa a modo de despedida y agradecimiento por el paseo. Espero que "Poti", "Brioso" y el resto de colegas de la yeguada no descubrieran a la autora de la idea.
Con unas cervezas bien frias y las patatas de Teresa (un clásico que no se puede perder !) repusimos las fuerzas que nos habíamos dejado a lomos de nuestros corceles. Al menos hasta que Angel nos acercó el menú "casisincolesterol" que le habíamos encargado en la barbacoa.
Mientras dábamos buena cuenta de chuletas, chorizos y otras viandas charlábamos sobre viajes y sus correspondientes peripecias, algunas dignas de un guión de cine. Tras una interesante tertulia en la que Maite, Luna y Ana nos ilustraron sobre filosofías y creencias orientales nos trasladamos a la ribera del embalse.
Allí, después de una ardua búsqueda entre multitud de barrigas cerveceras y michelines al viento, encontramos un hueco en el que colocar nuestras toallas y poder continuar con la tertulia interrumpida.
Un rato de charla y descanso, amenizado con algún que otro "niño deja de joder con la pelotita de los c..." y emprendimos el regreso para adelantarnos y que no nos devorase la serpiente multicolor de cuatro ruedas que pronto se pondría en marcha.