domingo, 14 de abril de 2013

De nuevo por el Valle del Lozoya


Ya habíamos estado el año pasado, nos gustó tanto que decidimos volver. Como la vez anterior lo hizimos desde las instalaciones y con los caballos de los amigos de "Caballos del Valle".
Y si el año pasado estuvimos encantados con la compañía de Andrés, en esta ocasión fue Juanjo el que nos acompañó y nos deleitó con sus consejos, sugerencias y comentarios sobre la mejor forma de tratar al caballo y de cómo llevarlo así como sobre la maravillosa zona en la que estábamos, su flora y su fauna.

Claro que para hablarnos sobre la zona tuvimos la enorme suerte de contar con alguien privilegiado. Una integrante del grupo nos sorprendió cuando nos dijo señalando hacia las magníficas cumbres nevadas que teníamos en frente:  "allí está mi oficina". Y es que Marian tiene la enorme suerte de trabajar en el Parque Natural. Afortunados los senderistas que coincidan con ella porque desborda simpatía y amabilidad. Con infinita paciencia nos contestaba una y otra vez a las preguntas que todos aprovechamos para hacerle durante la ruta y luego en la comida.
La mañana, por primera vez desde hacía semanas, amaneció con un sol espléndido y así se mantuvo durante todo el día.

Teniendo como partida la hípica de Juanjo y Andrés puedes elegir casi infinidad de rutas. En esta ocasión, como venían algunos con poca experiencia o ninguna,  Juanjo se decantó por una suave.
Primero atravesamos varios bosques de robles, todavía sin hojas por la dureza de este invierno.
Enseguida, casi sin darnos cuenta, se hicieron dos grupos, uno con los que querían ir con más calma y otro con los que estaban impacientes por darse una galopada. Manuel, Marian, Teresa, Alberto y Sara, a la primera oportunidad ya estaban galopando.
Por detrás, Gema, Miguel y Alvaro a pesar de haber montado poco iban con un paso ágil disfrutando de las increibles cimas nevadas de Peñalara y la Bola del Mundo que teníamos casi enfrente y de los robredales que atravesábamos. Yo, cámara en ristre, iba con Juanjo de uno a otro grupo.
La primera parada la hicimos en uno de los  abrevaderos de la zona. Allí  nuestras monturas se quitaron la sed.
Enseguida comenzamos a subir uno de los montes escarpados que vigilan el valle. La subida fue sencilla pero en la bajada tuvimos que confiar en nuestros caballos, nadie mejor que estos cuadrúpedos para elegir la mejor senda por la que bajar.

El agua bajaba por todos los lados. Pequeñas cascadas y riachuelos que serán menos efímeros que otros años se dibujaban por todo el recorrido. Este año será escaso en muchas cosas pero desde luego no en agua.
Varias veces atravesamos rebaños de las enormes vacas que pueblan este valle, otrora una de las fuentes principales de riqueza junto a la explotación de la madera. Como espectadores curiosos nos veían pasar entre ellas.

Pasamos junto a la ermita de San Miguel que en lo alto de un montículo vigila una amplia zona del valle.
Disfrutamos con una pequeña manada de caballos en libertad y nos extasiamos contemplando como un potrillo, que a buen seguro no tenía demasiados días de vida, se amamantaba con su madre.

Comenzamos la bajada hacia el embalse de La Pinilla y aprovechamos las praderas próximas para posar y poder dar envidia a nuestros amigos con el embalse como magnífico telón de fondo.

Para que no faltase de nada cruzamos el río Lozoya, que bajaba como hacía años, por una zona en la que a nuestros caballos les llegaba el agua casi a las barrigas. Algunos de los caminos al estar flanqueados por cercas de piedra se habían inundado y más parecían ríos que pasos para personas y animales. Hábilmente  Sara pudo inmortalizar nuestro paso por uno de ellos con el vídeo de su móvil. Lastima que yo sea tan torpe y no consiga insertarlo (afortunadamente en facebook sí está).

Y si la ruta fue espectacular y disfrutamos con el paisaje y con nuestros caballos, no menos bien lo pasamos comiendo en las propias instalaciones de "Caballos del Valle". Al aire libre, en un día espléndido, bajo la sombra de un "chamizo", compartimos la comida que cada uno había llevado, comentamos las incidencias de la ruta y nos pusimos al día con las actividades, andanzas privadas y hasta planes de futuro de algunos de los componentes de la excursión.
Después un paseo por el pueblo, Oteruelo del Valle, y un café con el que continuamos compartiendo opiniones ya casi de lo divino y lo humano. Y por supuesto, pensamos en posibles fechas para la siguiente.

Gracias a Alberto que lo grabó en su gps, podeis ver los datos técnicos de la ruta, itinerario seguido, distancia recorrida, altura a la que se subió, etc en este enlace: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4303359